viernes, 9 de enero de 2009

Platillos Volantes


En la fundacional ‘Ultimatum a la tierra (Robert Wise, 1951)’ el extraterrestre, Klaatu, comunicaba a dos humildes humanos la necesidad de reunir a todas las naciones de la tierra y establecer un acuerdo vital entre ellas como condición para la supervivencia de la tierra. La atrevida película de Wise tenía un mensaje pacifista y la crítica a un gobierno cada vez más escéptico e interesado por su capacidad de destrucción.

En Platillos Volantes (Óscar Aibar, 2003) hay dos guiños especialmente claros al film de Wise: El primero es la idea de la necesidad de unir todas las naciones del mundo, la segunda es, directamente, un guiño explícito que se convierte en un supuesto mensaje extraterrestre a los dos humanos protagonistas de la narración. Hasta ahí, puede parecer una revisión intimista, divertida y vacía de extraterrestre de ‘Ultimatum a la tierra’ pero que, precisamente, es diametralmente opuesta: En ‘Platillos Volantes’ ocurre algo similar a lo que diría Jordi Costa acerca del corto Domingo (Nacho Vigalondo, 2005) pero al revés, o incluso más radical,” ese desplazamiento del objetivo de lo prodigioso a lo trivial, de lo cósmico a lo privado”. En el film de Aibar se mantiene siempre cercano a lo privado pero tratando de llegar a lo cósmico, sin mostrar nunca lo cósmico. La búsqueda de Lo cósmico como evasión, como aventura para evadirse de una realidad gris y pesada.

Si ‘Ultimatum a la tierra’ tenía, como decíamos, una crítica a un gobierno destructivo, Platillos Volantes contiene un correlato de una España en sus últimos años de opresión franquista, todavía con muchos dogmas que abandonar y, también, con Estados Unidos en un momento especialmente bullicioso. La película se revela como una curiosa y divertida cinta de ciencia ficción sobre extraterrestres sin extraterrestres, donde los ilusos protagonistas parten de una monótona cotidianeidad hacia una esperanza galáctica donde encontrar la verdadera purificación.