sábado, 19 de septiembre de 2009

Verano Fresán







Este verano será recordado por servidor por dos cosas especialmente relevantes: La primera, y más importante, es algo más personal y la segunda es la iniciación en el universo Fresán, el primer autor del que puedo decir que un libro suyo habla mejor de mis sensibilidades que de lo que podría expresar yo mismo.

1. Tanto Jardines de Kensington como Vida de Santos contiene una sensibilidad característica, marcada por un estilo cada vez más definido, barroco y alucinado, que parece reunir la depuración imaginaria(o mental) de todos los gustos del autor. Si Borges era el resultado de los libros leídos, Fresán es justo eso y, acorde con la sensibilidad posmoderna, también es el resultado de todas sus preferencias culturales asimiladas: Fresán engendra un artefacto narrativo, un universo en constante mutación (que en sus narraciones adquiere el nombre de Canciones Tristes) donde las introduce. Así pues, un ejemplo claro sería el de Jardines de Kensington donde se puede comprobar como la canción A day in the life de The Beatles, que parece marcar el relato, se da de la mano junto a las canciones de The Kinks.

2. Antes marcaba como característica su barroquismo, producto del constante uso de sus digresiones que, al fin y al cabo,  es la seña de identidad que marca más a Fresán. En los relatos de Fresán, y hablo mirando más hacia Vida de Santos que Jardines de Kensington, la historia que se narra acaba ensuciada por la digresión del narrador, que al mismo tiempo se convierte en lo que define la personalidad del propio personaje / narrador de cada historia. Ya lo dice el propio Fresán en un artículo sobre su propio estilo ciertas ausencias claves marcan el estilo tanto o más que ciertas presencias recurrentes y asimiladas”



3. En Vida de Santos, su segunda novela, hay un factor común en la temática de todos los relatos: La religión  como excusa terrenal para poder creer en algo que piensan importante,  un plan cuidado y perfecto. Los personajes son ovejas descarriadas, con algún talento especial o alguna deformidad mental, que necesitan exorcizar un hecho fantástico del pasado que marca su presente. Recordar para olvidar: Una forma de catarsis. Quizás sea la razón por la que la mayoría de los relatos contienen una especie de  ironía siniestra  implícita en cada frase.

4.Una de las mayores genialidades del libro radica en la originalidad con la que forma la narración de algunos relatos. En el excelente “ La memoria de todas las cosas” –el relato que más lo acerca tanto en fondo y forma con Jardines de Kensington- Fresán  hace que el mecanismo de su relato como si se tratase de entrar en el Palacio de la memoria, ideado por Ricci, del que habla en el propio relato.

5. Como en Jardines de Kensington, aparece la sombra o el fantasma de la narración. El fantasma según Fresán, que definió en Jardines de Kensington como:
 “ Fantasmas que no son muertos-vivos, sino vivos-muertos. La potencia de su recuerdo  se instala en nuestro presente y los muertos se  presentan ante nosotros en los momentos menos pensados(...) La electricidad de ese recuerdo es el alimento que nutre al fantasma. “

Un halo inasible que ha permanecido en segundo plano, pero sin dejar de aparecer y que resurge al final con fuerza para cerrar el relato( el fantasma de todos los muertos de la familia Lewellyn Davies en Jardines de Kensington que parecer ser la razón por la que Peter se suicida, según Fresán; Jude en Vida de Santos, que ejerce de omnipresente secundario hasta protagonizar el último relato del libro). Un ejemplo, en boca de Jude:

“Por fin hablo por mi mismo y no a través de las bocas y ojos de los alucinados con los que me crucé durante estos últimos veinte siglos”


6.     Precisamente es ese capítulo final el que acaba por redondear el libro. Fresán parece erigir una metáfora sobre la narración. Jude podría ser el alter ego de Fresán. Fresán ha jugado con el lector del mismo modo que Jude ha jugado con los protagonistas de todos los relatos, enfrentándoles a un hecho fantástico sin revelarles la verdad detrás de él. Jude, entonces, es (cambiando lugar por persona) “ La sombra  dentro de la sombra dentro de la sombra. El lugar donde los distintos ingredientes de la trama se enganchan”  . Una preciosa metáfora del narrador como predigitador. “Ahora ve, ahora no lo ve”.